Celebraciones del equinoccio de septiembre en el Abya Yala







Para estos días del equinoccio lo celebra la nación Aymara al Sur del Abya Yala, quienes llaman estas celebraciones como Auti Willka Chika, que en su calendario, realizan ritos de solicitud de buena cosecha, está representada en la chakana, que significa el puente en lo alto,  donde se sintetisa la cosmovisión andina, al mismo tiempo que representa un calendario ligado al cosmos.


Para la nación Mapuche, reconoce este período como pewü “época en que comienzan a brotar los árboles”, lo que genera la renovación de la naturaleza, después de pasar las lluvias y las nevadas.

Para los pueblos de mesoamérica, este tiempo corresponde a tiempo de sequía y por lo tanto de cosechas. El día del inicio del equinoccio de otoño en la escalera norte del Castillo maya de Chichén Itzá, México, una proyección solar serpentina, consistente en siete triángulos de luz, invertidos, como resultado de la sombra que proyectan las nueve plataformas de ese edificio, al ponerse el sol.
Para empezar, las primeras sombras de los cuerpos superiores de la pirámide comienzan a dibujar los triángulos isósceles que conforman el cuerpo de la serpiente emplumada. Paulatinamente la sombra va avanzando hacia la cabeza en forma de serpiente ubicada en la parte baja de la escalera.


Durante esta momento mágico la serpiente de Kukulcán desciende por las escaleras de la pirámide del Castillo de Chichen Itzá en México.

Poco después comienza a disiparse la figura de Kukulcán para poner fin a un proceso que dura aproximadamente 45 minutos, desde su inicio hasta su culminación.

Esta pirámide está conformada por 365 escalones (tantos como los días del año), representando un calendario para los pueblos descendientes maya.


En el caribe, en particular en los estados Falcón y Lara, Venezuela, en este tiempo se celebra un ritual milenaria para invocar las buenas cosechas y agradecer la generosidad de la tierra nutricia y de los “espíritus divinos”, porque combina la presencia antigua de los ayamanes y jirajaras, aborígenes de los poblados limítrofes de Mapararí (sur del estado Falcón) y Moroturo (norte del estado Lara).
Por ello, el festivo ritual de gratitud honrra la naturaleza y los productos que ella prodiga, a las divinidades milenarias: “Los indios le pusieron turas a esta tradición porque cuando el maíz está barbarroja cuando está empezando a echar el granito, decían ‘el maíz está tureando’, de ahí proviene el nombre del baile de las turas.




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